En medio de una sala llena de fumadores y de impulsadores de cigarrillos, un frágil aparato, que parecía más una delgadísima lámpara de pie sin su caperuza, temblaba mientras gracias a un brazo metálico llevaba un cigarrillo medio consumido a la boca de un alargado tubo de ensayo con un émbolo que bajaba lentamente. De esa manera succionaba el humo de tabaco que se iba almacenando en su interior, para luego expelerlo cuando el émbolo subía como parte de un ciclo que a lo largo de la noche no tuvo fin. Cuando el cigarrillo se acabó la autora de esa escultura móvil, Adriana Salazar, retiró la colilla del extremo del brazo donde estaba sujeta y lo reemplazó por uno nuevo recién encendido.

Adriana Salazar, en la Feria de Arte de Buenos Aires
Mecánica popular
Aunque prefiere no llamarlas máquinas, quizá no hay mejor manera de hablar de las obras de la joven artista bogotana. Brazos que chocan copas o perillas que hacen fumar le han abierto un lugar en la próxima Feria de Arte de Buenos Aires. ¿De dónde salió esta idea?
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