En México está ocurriendo algo insólito. Una coalición de ONG que trabaja contra la explotación sexual de menores ha logrado frenar el proyecto de llevar al cine Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez, con el argumento de que es una apología de la trata de personas y una incitación al abuso de los menores. No sé si Teresa Ulloa, la demandante, se sonroja por lo menos cuando dice que su objetivo es evitar que se produzca la película, pues ésta, al llegar a un público más masivo, será más nociva que el libro. Aquí o en Burkina Faso las pretensiones de la señora Ulloa, por loable que sea su causa, configuran, si los jueces la acogen, un caso de censura previa. Y de majadería sin límites.

La lengua absuelta
Censura preventiva
Marta Ruiz señala lo absurdo de la censura preventiva. Hace énfasis en la demanda que está impidiendo llevar al cine Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez
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