El conflicto armado en El Salvador comenzó cuando la militancia del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional proclamó una insurgencia general el 10 de enero de 1981. El gobierno de la Alianza Republicana Nacionalista no dio su brazo a torcer y respondió con la fuerza militar de la represión violenta a tal nivel que la Comisión de la Verdad de la ONU, dos años después de terminado el conflicto, encontró culpable al gobierno de un altísimo número de desapariciones forzadas, homicidios, torturas y demás exabruptos de un conflicto militar. Se trató de un coletazo de la Guerra Fría, que no vio su final sino hasta el 16 de enero de 1992 con la firma del Acuerdo de Paz de Chapultepec. Luego de 75.000 muertos y desaparecidos terminó una guerra que ni siquiera ahora, 25 años después, ha logrado cerrarse del todo. O eso parece querer demostrar la novela Roza, tumba, quema, de la salvadoreña Claudia Hernández (1975), de quien sabemos más bien poco. La novela visita lo que precisamente hace 25 años vivieron los excombatientes del FMLN en su reinserción a la sociedad como civiles. Es el relato de una madre que vela por la educación de sus cuatro hijas mientras que se acostumbra a vivir en la ciudad, luego de haber dejado las armas y haberse guardado durante todos los años de combate los secretos que debía transmitir entre los altos mandos subversivos. De estar al acecho en el monte, la madre, sin nombre (como todos de los personajes de la novela), carga con el peso de la guerra a la vez que con la responsabilidad de ser madre única que debe continuar con su lucha diaria.

Crítica de libros
La guerra en femenino
Luego de 75.000 muertos y desaparecidos terminó una guerra que ni siquiera ahora, 25 años después, ha logrado cerrarse del todo. O eso parece querer demostrar la novela 'Roza, tumba, quema' de Claudia Hernández.
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