Con mi enamorada de los últimos 35 años, Genoveva-La-Mar, descubrimos que el Hotel O.K., en el centro de Río de Janeiro, está lleno de karatecas. Participan en un campeonato panamericano y su energía desborda el hotel. El despliegue de utilería deportiva se inicia en la recepción con la puesta en escena del espíritu atlético representado por las delegaciones, los uniformes y, en el transcurso de los tres días que dura el evento, las medallas que exhibirán orgullosos los campeones. Un tótem con músculos de madera, que revelan su entrenamiento sin pausa, estará todas las noches sentado al frente de nuestra habitación. Cuando lo saludamos se distrae un instante del mundo virtual que le enseña la pantalla de su teléfono y luego, en un parpadeo, regresa al hipnotismo de la tecnología.

Geografías sentimentales: un especial de vacaciones
La Río de Janeiro de la bossa nova
En los años cincuenta nació un género que cambió la historia de la música popular. El fantasma de Vinícius de Moraes, el espíritu de Tom Jobim, el espectro de Joao Gilberto y la aparición del acordeonista João Donato en este recorrido fantasmal por Río de Janeiro.
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